Una forma de entender la literatura
El acto de escribir es una prolongación del acto de leer, no su reverso. Escribir es siempre materializar una lectura, no solo de palabras escritas en los libros, sino también de otros signos, de sentimientos, de intuiciones, de fenómenos azarosos. Creo que a mí me hizo escritor de ficciones, más allá de los viajes secretos y de las aventuras interiores que los libros ajenos me han deparado, el propósito de plasmar esa lectura más compleja y confusa, donde se conjugan la realidad imaginaria y la realidad vivida.
[...] A estas alturas parece obvio decir que todas las especies vivas poseen un lenguaje de comunicación: el tiempo primaveral nos permite contemplar a los pájaros que se reclaman entre las arboledas, los gatos y los perros nos saludan con sus zalamerías, las abejas saben señalar a los suyos el camino de la colmena, los delfines y los antílopes se avisan del peligro. Hasta los seres más simples de la escala zoológica tienen recursos para hacerse entender, de manera que no es el lenguaje lo que distingue a nuestra especie en el conjunto de los seres vivos, sino el haberlo empezado a utilizar para contar cuentos, para narrar historias.
La peculiaridad humana cuaja sin duda cuando nuestros correspondientes antepasados, o antecesores, dan sentido y orden, por medio de ficciones, al caos incomprensible y hostil de la realidad que les rodea: por qué el sol sale cada día, por qué las estaciones se suceden, de dónde proceden los seres vivos, qué es la muerte.
La narración de ficciones ha sido el instrumento natural del ser humano para explicar el mundo a su medida desde que tuvo conciencia de existir en él. Nuestro conocimiento de la realidad comienza con los cuentos. Somos el homo sapiens porque somos el homo narrans. Nuestra naturaleza es narración.
Las narraciones, llámense cosmologías, mitos, leyendas, fábulas, nos han permitido leer la realidad externa e interior para poder asumirla. También la poesía nace así, como una lectura de la realidad que aprovecha el lenguaje no para describir sino para interpretar, para esclarecer, de manera específica, diferente a cualquier otra, lo que hay detrás de la forma de las cosas.
José María Merino: «Homo narrans», El País, 23/01/2002