We use cookies to improve and analyse your browsing experience on our web. You can accept these cookies, reject them or choose your settings by clicking on the corresponding buttons. Please note that rejecting cookies may affect your browsing experience. For more information you can consult our Cookies policy.
Cookies are an essential part of how our web works. The main goal of cookies is to make your browsing experience more comfortable and efficient and to improve our services and the web itself.
Here you can find all the information about the cookies we use and you can activate and/or deactivate them according to your preferences, except for those cookies that are strictly necessary for the operation of the web. Blocking some cookies may affect your experience on the web and how the site works. For more information you can visit our Cookie Policy.
These Cookies are necessary for the web to function and cannot be disabled on our systems. They are generally only set up in response to actions you may take such as requesting services, setting your privacy preferences, logging in or completing forms. You can set your browser to block or warn you about these cookies, but some parts of the web will not work. Information about Cookies.
These Cookies allow us to count the number of visits and traffic sources so that we can measure and improve the performance of our site. They help us to find out which pages are the most popular and least popular, and to see how visitors move around the web. All information collected by these Cookies is aggregated and therefore anonymous. If you do not allow these Cookies we will not know when you visited our web. Information about Cookies.
These cookies are used to analyse your activity in order to show you personalised advertisements.Information about Cookies.
Change theme
Revision mode
MACBETH.—No voy a volver: me asusta pensar en lo que he hecho. No me atrevo a volver.
LADY MACBETH.—¡Débil de ánimo! Dame los puñales. Los durmientes y los muertos son como retratos; solo el ojo de un niño teme ver un diablo en pintura. Si aún sangra, les untaré la cara a los criados para que parezca su crimen. (Sale. Llaman a la puerta dentro).
MACBETH.—¿Dónde llaman? ¿Qué me ocurre, que todo ruido me espanta? ¿Qué manos son estas? ¡Ah, me arrancan los ojos! ¿Me lavará esta sangre de la mano todo el océano de Neptuno? No, antes esta mano arrebolará el mar innumerable, volviendo rojas las aguas.
(Entra LADY MACBETH).
LADY MACBETH.—Mis manos tienen tu color, pero me avergonzaría llevar un corazón tan pálido.
MACBETH.—Ya casi he olvidado el sabor del miedo. Hubo un tiempo en que el sentido se me helaba al oír un chillido en la noche, y mi melena se erizaba ante un cuento aterrador cual si en ella hubiera vida. Me he saciado de espantos, y el horror, compañero de mi mente homicida, no me asusta. (Entra SEYTON). ¿Por qué esos gritos?
SEYTON.—Mi señor, la reina ha muerto.
MACBETH.—Había de morir tarde o temprano; alguna vez vendría tal noticia. Mañana, y mañana, y mañana se arrastra con paso mezquino día tras día hasta la sílaba final del tiempo escrito, y la luz de todo nuestro ayer guio a los bobos hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate, breve llama! La vida es una sombra que camina, un pobre actor que en escena se arrebata y contonea y nunca más se le oye. Es un cuento que cuenta un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada.
William Shakespeare
Macbeth, Espasa Calpe
FALSTAFF .—Bueno, Hal, ¿qué hora es ya, muchacho?
PRÍNCIPE HAL.—Estás tan atontado de beber vino, desabrocharte después de comer y dormir la siesta en los bancos, que no sabes preguntar lo que de verdad quieres saber. ¿Qué diablos te preocupa a ti la hora? Salvo que las horas fuesen copas de jerez, los minutos capones, los relojes lenguas de alcahuetas, los relojes de sol anuncios de burdeles y hasta el sol bendito una moza deslumbrante vestida de rojo tafetán, no veo por qué te molestas en preguntar la hora que es.
FALSTAFF.—Hal, has dado en el quid, pues los que robamos bolsas nos guiamos por la luna y las siete estrellas, no por Febo, ese hermoso caballero andante. Anda, pillete, cuando seas rey, Dios salve tu Gracia, mejor dicho, a Tu Majestad, pues la gracia no irá contigo.
FALSTAFF .—¡Dios te guarde, rey Hal, mi rey Hal! […] ¡Mi rey, mi Júpiter! Te hablo a ti, amigo del alma.
REY HAL.—No te conozco, anciano; vete a rezar. ¡Qué mal sientan las canas a un bufón! Soñé con tal hombre mucho tiempo. Tan hinchado, tan viejo y malhablado, mas, ya despierto, el sueño me repugna. Desde hoy mengua el cuerpo y aumenta la virtud, deja de atracarte y piensa que la tumba se abre para ti tres veces más que para otros. No me respondas con ninguna bufonada, no imagines que soy ahora el que he sido, pues Dios sabe, y el mundo lo verá, que ya he repudiado al que antes fui y que lo haré con mis antiguas compañías. Cuando oigas que soy como era antes, acércate y serás como tú fuiste el maestro y nutridor de mis desórdenes. Hasta entonces te destierro, bajo pena capital, lo mismo que a mis otros corruptores, a diez millas de distancia de tu rey. Os daré lo necesario para que viváis sin que la pobreza os lleve al mal y, cuando sepa que os habéis reformado, seréis favorecidos según vuestra aptitud y vuestros méritos. Milord, encargaos de que tengan cumplimiento mis palabras.
William Shakespeare
Enrique IV, Espasa Calpe
Actividad 6
¿En qué situación se encuentran los personajes?
Actividad 7
¿Qué visión del mundo se desprende del texto II?
Actividad 8
Analiza los rescursos estilísticos en ambos fragmentos.
Actividad 9
Escritores posteriores se han basado en versos de Shakespeare para dar título a sus obras. Averigua quiénes son los autores de Corazón tan blanco y El ruido y la furia.
Actividad 10
Enrique IV
Actividad 11
Lee el segundo fragmento de la misma obra. ¿Por qué repudia el rey a su antiguo mentor?