El turista en Caracas
Un español que ha pasado muchos años en los Estados Unidos lidiando infructuosamente con el inglés decide irse a Caracas, porque allá se habla español, que es, como todo el mundo sabe, lo cómodo y lo natural. En seguida se lleva sus sorpresas. Ya en el aeropuerto de Maiquetía, le dice un chofer:
—Musiú, por seis cachetes le piso la chancleta y lo pongo en Caracas (musiú es todo extranjero, aunque no precisamente el de lengua española, y su femenino es musiúa; los cachetes, que también se llaman carones, lajas, tostones, ojos de buey o duraznos, son los fuertes o monedas de plata de cinco bolívares; la chancleta, o chola, es el acelerador).
El chofer que lo conduce exclama de pronto: «Se me reventó una tripa». El automóvil empieza a trastabillar, y por fin se detiene. Pero no es tan grave: la tripa reventada es la goma o el neumático del carro, y tiene fácil arreglo. El chofer, complacido y campechano, lo tutea en seguida y le invita a pegarse unos palos, que es tomarse unos tragos, para lo cual se come una flecha, es decir, entra en una calle contra la dirección prescrita.
Nuestro turista llega finalmente a Caracas, y comienzan sus nuevas desazones, con los nombres de las frutas (cambures, patillas, lechosas, riñones), de las comidas (caraotas, arepas, ñame, auyama, mapuey), de las monedas (puyas o centavos, lochas o cuartillos, mediecitos, reales). Oye que una señora le dice a su criada:
—Cójame ese flux, póngalo en ese coroto y guíndelo en el escaparate (el flux es el traje; un coroto es cualquier objeto, en este caso una percha; guindar es colgar y el escaparate es el guardarropa o ropero).
A nuestro amigo español lo invitan a comer y se presenta a la una de la tarde, con gran sorpresa de los anfitriones, que lo esperaban a las ocho de la noche (en Venezuela, la comida es la cena). Le dice a una muchacha: «Es usted muy mona», y se lo toma a mal. Mona es la presumida, afectada, melindrosa.
Escucha, y a cada rato se sorprende: «Está cayendo un palo de agua», «Fulano de tal pronunció un palo de discurso», «Mengano escribió un palo de libro», «Zutano es un palo de hombre». Y el colmo, como elogio supremo: «¡Qué palo de hombre es esa mujer!». Pero lo que le sacó de quicio fue que alguien, que ni siquiera era muy amigo suyo, se le acercara y le dijera con voz suave e insinuante:
—Le exijo que me preste cien bolívares.
—Si me lo exige usted —exclamó colérico— no le presto ni una perra chica. Si me lo ruega, lo pensaré.
No hay que ponerse bravo. El exigir venezolano equivale a rogar encarecidamente (el pedir se considera propio de mendigos, y la exigencia es un ruego cortés). Además, le exasperaron las galletas, más propiamente las galletas de tráfico (los tapones de Puerto Rico), las prolongadas y odiosas congestiones de vehículos (el engalletamiento caraqueño puede alcanzar proporciones pavorosas).
Ángel Rosenblat: El castellano de España y el castellano de América.
Taurus. (Adaptación).
Comprensión
- ¿Cuál es la idea principal que nos quiere transmitir el autor?
- ¿A qué parte de la lengua (fonética, léxico, morfología, síntaxis) se refieren los casos o ejemplos de que nos habla el autor? Justifica tu respuesta.
- ¿Cómo se llama la unidad monetaria de Venezuela?
- Localiza alguna locución coloquial del español de Venezuela y su correspondiente en el castellano de España.
- La expresión un palo de… tiene un significado aumentativo o ponderativo. Sustituye las siguientes oraciones del texto por las correspondientes del castellano de España.
Está cayendo un palo de agua
Fulano de tal pronunció un palo de discurso
Vocabulario
- Según el autor del texto, las palabras carones, lajas, tostones, ojos de buey, duraznos, fuertes son términos diferentes que significan lo mismo. ¿Cómo se llaman las palabras que mantienen esa relación semántica? Piensa en ejemplos que respondan a esa misma relación en el castellano de España.
- Cita dos palabras del texto que no existan en el castellano de España y otras dos que, aun existiendo, tengan distinto significado.
- ¿Recuerdas qué es el voseo? Investiga y cita algún país de América en que se utilice.
Las expresiones coloquiales Fulano, Zutano, Mengano... son sustantivos escritos en mayúscula pues responden a nombres de persona inventados que pretenden expresar anonimato en el contexto de referirnos a ninguna persona en concreto sino a cualquiera.