4. La doctrina sobre el alma
La composición de los seres animados
La materia es potencia mientras que la forma es acto, y puesto que, en fin, el compuesto de ambas es el ser animado, el cuerpo no constituye la forma del alma, sino que, al contrario, esta constituye la entelequia de un cuerpo. Precisamente por esto están en lo cierto cuantos opinan que el alma ni se da sin cuerpo ni es en sí misma un cuerpo. Cuerpo, desde luego, no es, pero sí algo de un cuerpo, y de ahí que se dé en un cuerpo y, más precisamente, en un determinado tipo de cuerpo: no como nuestros predecesores que la endosaban en un cuerpo sin preocuparse de matizar en absoluto en qué cuerpo y de qué cualidad.
Aristóteles
Acerca del alma, Gredos
(Adaptación)
Aristóteles pensaba que, así como las sustancias sensibles se componen de materia y forma, también el ser humano se compone de cuerpo y alma.
El alma es la forma sustancial humana, el acto que proporciona la vida a la materia antes inerte —el cuerpo—. El hombre constituye, por lo tanto, una unidad sustancial de cuerpo y alma.
De esta concepción del alma se derivan dos importantes consecuencias:
- El alma (salvo por lo que se refiere al entendimiento agente, en el caso del alma humana) es mortal. El alma es mortal porque su ser consiste en dar vida al cuerpo. De esta forma, cuando el ser vivo muere, lo que en realidad ocurre es que su alma se extingue.
- No solo los seres humanos poseen alma. Si el alma es lo que actualiza la vida en un cuerpo, todos los seres vivos habrán de tener alma. Esto es, precisamente, lo que los diferencia de los seres inanimados, como una roca o un trozo de metal. El alma es la forma o el acto de un cuerpo, ya sea humano, animal o vegetal. No se trata, por tanto, de que el alma se superponga o se agregue al cuerpo, sino de que el cuerpo, en tanto que cuerpo viviente, lo es porque tiene alma.
Puesto que, según Aristóteles, hay diferentes formas de vivir, también habrá diversas clases de almas:
- El alma vegetativa. Es propia de las plantas; les permite alimentarse, crecer y reproducirse.
- El alma sensitiva. Es propia de los animales; gracias a ella pueden moverse, sentir y realizar todas las actividades propias del alma vegetativa.
- El alma racional. Es exclusiva del hombre; le proporciona la capacidad de pensar, además de todas las demás funciones vitales.
Esta teoría no debe interpretarse en el sentido de que el ser humano tiene tres almas y los animales dos. Por el contrario, cada ser vivo posee solamente un alma, que es forma de su cuerpo. Esa alma le permite desarrollar no solo unas actividades que le son específicas, sino otras que comparte con otros seres inferiores a él en la escala biológica.
Así, el alma racional permite realizar actividades intelectuales como pensar, comunicarse, etc.; pero también capacita para moverse y tener sensaciones, como le ocurre a los que poseen un alma sensitiva. Finalmente, tanto los que tienen un alma racional como los que cuentan con un alma sensitiva son también capaces de alimentarse y crecer. Estas últimas actividades son las únicas que pueden realizar los seres dotados de un alma vegetativa.