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En la Argentina, como en cualquier país del mundo, por una parte, el desarrollo de los asentamientos de población y las actividades económicas provocan distintos grados de transformación de las bases naturales del territorio y, al mismo tiempo, participan en la generación de condiciones ambientales. Por otra parte, la ocupación y la transformación social en la superficie terrestre exponen a las personas a los efectos de fenómenos y procesos naturales tanto beneficiosos como peligrosos.
En los paisajes podemos advertir los distintos grados de transformación y construcción ambiental; en algunos casos, esas transformaciones tienen efectos negativos sobre las condiciones ambientales. Cuando dichas trasformaciones afectan a la población o a los recursos que esta valora, hablamos de problemas ambientales.
En general, los problemas ambientales se agrupan en tres grandes grupos: locales, regionales y globales. Uno de los primeros elementos que participan en un problema ambiental es la amenaza o peligro; existe riesgo de que se produzca un problema ambiental cuando hay una amenaza o peligro (de origen natural, de origen humano o antrópico, antrópico-natural, o asociado o concatenado) y una población vulnerable a esa amenaza. Se llama amenaza o peligro a la posibilidad de que ocurra un evento que puede perjudicar a la población y sus actividades. La vulnerabilidad es la capacidad de respuesta de una población y el daño que puede sufrir ante un evento peligroso. El riesgo es la probabilidad de que una amenaza afecte a una población vulnerable.
La Argentina presenta problemáticas ambientales diversas, relacionadas con la pérdida de biodiversidad vinculada con la deforestación, contaminación ambiental, degradación de suelos, sobrepesca, entre otras, y áreas con riesgo de inundaciones, sequías o sismos.